No sé si diré la verdad, pero diré lo que recuerdo.
(Aviso al lector de que el texto quizá pudiera excitarle)
Conocí a P. en un curso de mi oficio.
Voy a este tipo de cursos para aprender cómo lo que hacen otros y para ponerme en la piel del alumno. Avisé al que lo impartía de que iba para copiarle sus mejores trucos y a pesar de eso me aceptó (nada como decir la verdad de frente para que nadie te crea).
Llegué con la idea de no hacerme notar pero el profesor me presentó como una eminencia en el tema, (si siempre hay una probabilidad, -como mínimo-, de que haga el gilipollas, ahora lo tenía asegurado).
Los alumnos éramos gente variada, de mediano casi todo, menos uno, al fondo, un joven, vikingo. Falda negra de hilo, camisa blanca abierta con pecho felpudo. Le robé una foto para enviársela a una amiga que le gustan de ese palo: belleza viril inapelable (yo soy más aficionada a feos interesantes o bellezas menos evidentes).
En el curso intervine lo mínimo pero cada vez que lo hice… Estuve bien, muy bien. Dudé, hasta el último minuto, si asistir a la sesión final. Finalmente me decidí por llegar tarde. En el ascensor me encontré al vikingo que con una voz profunda me comentó que estuve "soberbia". Es curioso que la misma palabra sea cosas tan distintas para la RAE:
1. Altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros.
2. Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás.
3. Exceso en la magnificencia.
Entendí por el contexto que se refería a la 3ª acepción. Eso espero.
Acabó el curso y pensé que debería ir a hablar con el profesor, buscar “sinergias” pero antes salí a fumar. Hablaba por teléfono con mi hijo adolescente (hijo único) y el vikingo -a cierta distancia, sentado junto a una mesa alta-, me dijo: “Fuego”. Me reí por lo imperativo y tosco (si hubo un "por favor" o "perdona me podrías dar", no lo oí). Acabé la llamada y me senté con él. "¿Háblame de tu proyecto?" Nada como tener tiempo y ofrecer tu oreja a un desconocido para que este se explaye. Escuché. El vikingo parecía joven, puede que incluso más que el mayor de mis sobrinos. Me pidió un honesto feedback sobre su discurso y... Se lo di. El texto sonaba bien pero era falso, impostado. Me dio el pie para dar el discurso que mi cerebro llevaba meses mascullando.
"Si vas a escribir, se honesto o no escribas nada ¿Qué has aportado al discurso del ChatGPT de pago? ¿Dónde estás tú? ¿Tu unicidad? ¿Tu idiosincrasia? ¿Tu temperamento propio? ¿De verdad quieres hacer perder el tiempo a alguien con esa retahíla de pensamientos manidos comúnmente aceptados, no criticables? ¿Qué pautas le diste a la chati? ¿Un texto de 5 minutos, con un par de citas profundas pero comprensibles y unos toques de humor? Nadie se reconoce en esos lugares comunes, pero seguimos entendiendo al héroe que llora impotente en la playa hace 28 siglos.
Aléjate de lo previsible. Que sea peor, pero que sea tu verdad. Lo humano se reconoce, está lleno de contradicciones, de caminos recorridos con ilusión que llevan a la nada o a un muro donde nos hemos dejado los dientes y la dignidad. Y así, volvemos a la carga. No para empezar de cero ¡No! el cero no existe. Sino para seguir, con el regusto metálico de la sangre aun en la boca, recuerdo de la última batalla".
(Uau ¿No escuchas música épica de fondo? Quizá me he pasado. Busco un final:)
"No uses las palabras como parapeto, sino como herramienta para ser. Son tu cincel con el que dejar huella".
Silencio.
Me lo agradece.
Silencio.
Se escusa, "no tuve tiempo, es que estoy hasta arriba, tienes razón. Encima es que yo escribo pero..."
Salvado. Se nos unen 2 personas más y creamos una inesperada conversación a 4. Cada cual aportando lo suyo, escuchándonos. Libre albedrío, conexiones neuronales, experimentos sociológicos, recuerdos de infancia, historias de la guerra civil de nuestros abuelos.
Entre el vikingo y yo se había creado cierta complicidad. En un par de momentos habló de "nosotros", "nosotros creemos" o, "a nosotros nos gusta". Bueno, sí, habíamos coincidido en algo pero... ¿¡Nosotros?! La conversación fluye divertida y 4 horas maravillosas más tarde, mi hijo se va mañana de viaje, decido que "mejor me voy" y añado mentalmente "que si no…” (¿Qué si no qué? Desgraciá. ¿Qué crees que pasaría? Me interroga mi yo murciano). “Muchachos, me tengo que ir”. Y el vikingo sentencia “Todos nos vamos”.
¿Cómo despedirnos? Temo apretar demasiado o lanzarme a las comisuras, así que sugiero algo, que solo litros de zumo de uva fermentada pueden hacerte pensar que es buena idea, un "¿Abrazo común?" Y allí nos ves en la calle, a 4 desconocidos en corrillo como camaradas de escaramuzas.
El vikingo, a mi lado, aprieta de más y se despide pidiéndome que publique en Instagram ¿Uhm?
Días más tarde, un amigo, sexagenario, que podría ser algo más con riesgo a perder nuestra buena amistad, avanza puestos en la dirección equivocada (¡claro! como somos solteros y de orientación sexual complementaria parece que "no gustarnos" no parece suficiente excusa para no intentarlo). Mi cabeza derrapa y decido enviarle al vikingo, (a partir de ahora "P") un artículo del que habíamos hablado. Lo que se conoce como “lanzar la caña” en cualquier manual de caza y pesca y en “El arte de amar” de Ovidio.
Lo lee horas más tarde y para desquitarse del anterior, me envía un texto propio. Lo corrijo (deformación profesional) y comienza una conversación ágil, amena y (en algunos momentos) elevada. (No todo el rato, también nos mandábamos chistes). Mensajes de madrugada, al despertarnos, a medio día. Él dejaba caer: “tendríamos que quedar… “ “tenemos una conversación pendiente”, “podríamos vernos…” Yo, que navego mal entre sutilezas, concreto: “¿Mañana?”
P: "me encantaría, pero no estoy. Me voy una semana a un curso de teatro en Valladolid. Nos vemos pronto".
Una semana de silencio más tarde, en vez de hacerme la dura (recomendación de Ovidio) le envío un mensaje (recomendación del manual de pesca). (Lo bueno de tener varios manuales es que siempre hay alguno que se alinea con tus deseos, por lo menos en una interpretación amplia).
"Nuestra amistad de 4 horas y 400 mensajes no puede acabar así. Salvo que tengas novia, o sea ilegal, me gustaría quedar contigo"
Es la primera vez que entro a machete a alguien. ¡Qué nervios!
10 minutos más tarde, contemplo mi "mosca", impávida, ni rastro del "salmón". (Entienda el ávido lector la sutil metáfora)
Hora y media después me llama (suena en mi cabeza el estribillo de "revolución sexual" y me invade un ligero movimiento de caderas, con ese baile de boxeador discreto con la guardia levantada). Hablamos y quedamos. "He quedado con una mujer y no se cuánto tiempo me llevará". (¿Perdón? Sí, lo que has leído). Cree que sobre las 10 ya estará libre pero se tendrá que ir a la 1am.
Me depilo, me exfolio, limpio la casa, cambio las sábanas, compro una botella de su whisky favorito. Me visto. Me visto. Me visto... (tópico de comedia romántica americana pero fue tal cual. No hay ropa suficiente en el mundo para una primera cita).
A las 9 me escribe
"Estoy llegando a Tirso".
¡Mierda y yo sin vestir!
Yo: "Oye, está lloviendo" (han caído 4 gotas) "¿Y si quedamos en mi casa?"
P: Perfecto.
(no sé que pensaría Ovidio de todo esto pero en mi cabeza suena "Uptown Funk" mientras me planteo la opción de braga faja. Con este calor imposible, mejor algodón)
Desde el balcón le veo llegar. Buff, ¡Cómo está de bueno! ¿Y ahora que hago? Abro la puerta y poso para recibirle. 4 poses distintas más tarde... (¿En qué momento me he convertido en Woody Allen en "sueños de un seductor"?). Todas son absurdas, las deshecho. ¡La botella! La abro, a toda prisa, mientras sube, y tiro un poco para que no crea/sepa, que la botella es recién comprada. El tapón se cae y rueda detrás del horno… Y así es como le recibo, a 4 patas.
Se acerca, me levanta y me abraza. Muy físico, cercano, apretado. La única neurona que me quedaba, se derrite.
Hablamos, reímos, nos contamos (con urgencia, con prisas por resumirnos) nuestras mejores jugadas. Filosofamos, bebimos, fumamos, le pregunté su edad "Es para evitarme una detención por pederastia". Le lo digo en broma. (No hay nada más serio que una broma) “36 años”. Bufff, "Son pocos, yo 53. Nada, no va a pasar nada, decidido".
Vamos al sofá, seguimos hablando, relajadísimos, (que no haya tensión sexual relaja la conversación y quita los dobles o triples sentidos a las palabras).
Me cuenta sobre aquella semana en Valladolid, que coqueteó con 3. Me ensaña las fotos. Me decanto por una. Hablamos del amor.
- Yo: "Es la 1am”.
- P: "Ahora, ahora".
- Yo: “La 1.30, a casa”.
- P: “Sí, sí, sí”
- Yo: “Son las 2”.
Se levanta, entiendo que para irse, me levanto, me besa, sabe bien, me gusta el beso. (Hay tanto beso malo, por sabor, tamaño de lengua, movimiento, recorrido, cantidad de salida....). Me abraza, fuerte, nos besamos.
- Yo: “Vete, esto no va a pasar”
- P: "No, no, no..." dice despreocupado mientras seguimos entrelazados.
- Yo: “Otro día, pasará otro día, quizá. Hoy no. Ahora vete” Mientras le atrapo con brazos y piernas.
- P: "Si me desabrazas, me voy".
No lo hice. Se desnuda, despacio. Le miro. Su cuerpo es un escándalo, prieto, terso, pelo donde toca. Le toco, con derecho, con manos de escultora.
Me desnuda un poco… nnñññ (no encuentro onomatopeya adecuada y me he inventado ese nñ para expresar que primero deberíamos apagar las luces de la casa ¡y de la calle!).
Él nota mi pudor, mi vergüenza, “Eres idiota”. Me desnuda con ganas. (¡Dios, Scarlett Johansson, déjame tu cuerpo para echarme este polvo!) Me mira, visiblemente excitado… y sigue estándolo (¡Menos mal! no se vino "abajo”).
Va a suceder. ("el verano del amor, sé que va a suceder"...) Mi mente no recuerda cómo se hacía y mi cuerpo mucho menos. Soy virgen, ¡otra vez! Nos tumbamos en el sofá y fundido en negro. (No, no voy a entrar en detalles pero ya te digo que todo muy bien, aunque el primero nunca es el mejor, estuvo bien. P era curioso, concienzudo y paciente)
La conversación, después, sigue siendo honesta, fácil y divertida.
- P: "No vine con intención de follar”
- Yo: “Yo sí fantasee con esa posibilidad, pero eres demasiado joven y esto no va a volver a suceder”.
- P: “Podemos vernos sin follar.”
- Yo: “Neeee”.
Y así, despedí para siempre su Uber, a las 5.30 de la mañana.
No le escribiré.
Salvo que me escriba.
Para no volverme loca, cambio el sonido de sus mensajes y "si suena" (me ordeno) "dejaré que pasen unos segundos antes de lanzarme al móvil".
No suena.
Le escribo.
Me escribe.
Le escribo.
Me envía audio.
Le escribo.
Me envía audio.
Le escribo: “Te sigo viendo. Mi cabeza repasa la noche en bucle y se estremece. Sigo sintiendo tu olor. Mi boca sabe a ti.” (¿Me he pasado?). Sigo: “Mi casa es la escenografía de una peli porno.” (¡Hala, y a tomar por culo los consejos del I ching!)
“Me encantó tu bañera”. Me escribe
“Te invito a bañarte”. Le escribo.
“Estoy agotado. Me voy a dormir” (¡Mierda! “Nunca tirar la caña fuera de temporada. Pierdes la mosca y nos pescas”) (¡Vale! Esta es la última referencia a la pesca)
“¡Buenas Noches!” (cierro conversación)
“¡Buenos días!" (abro conversación, parece ser que todas las durezas las tengo en los pies)
Contesta. Buena conversación. Yo escribo, P audios. No cierra cita hoy. ¡Mierda, me voy mañana! Y no voy a quedarme todo agosto en el "ayayay" pero ¿Dónde acaba el "osado arrojo" y empieza el acoso sexual?
Estoy en una comida, de trabajo, me envía un audio, no tengo los auriculares, me voy al WC para escucharlo, oigo algo de lubricantes... Lo paro. Me llama. No lo cojo, "Llámame". "En 1 hora". Cuando salgo de la comida, le llamo. Nada más descolgar me dice "No quiero una relación sexual", "Ah, pues... (muy desconcertada) "¿Quieres que nos casemos?".
- ¿Cómo?
- No sé qué decir.
- Me refiero a que quiero ser tu amigo, no tu amante.
- P, vamos a darnos un tiempo sin títulos, me voy mañana ¿Quedamos hoy?
- Pero me tendré que ir a las 11.
- Muy bien ¿a qué hora quedamos?
- 11.30
- ¿Te vas a las 11 y llegas a las 11.30?
- Llegaré sobre las 11.30 de la noche y me tendré que ir a las 11 de la mañana (Uhm...¡Me encantan las incongruencias!) ¿Te importa que sea tan tarde?
- No, no, no. Me parece estupendo.
Y ahora ¿Qué hago? ¿Le preparo la cama en el cuarto de mi hijo?
Continuará (espero)